Al establecerse en el país la constitución del 40, se aplica por ley la denominación de Ministerios a las Antiguas Secretarías; por lo que se convierte en Ministerio de Obras Públicas.
Antes del triunfo revolucionario el Ministerio de Obras Públicas podía resumirse como lo describe Jesús Lacera, prestigioso arquitecto con más de 60 años en el sector de la construcción:
«Era prácticamente un antro de corrupción y de subastas dirigidas a las grandes compañías en las cuales los politiqueros tenían todas sus propiedades e intereses. Las grandes obras se contrataban a empresas extranjeras; como por ejemplo el Túnel de La Habana.»