En estos primeros años de República residió en lo que fue el Arsenal de La Habana, la antigua Maestranza de Artillería del Ejército Español; y en 1925 se trasladó para el Convento de Santa Clara. Desde mediados del siglo XVII ocupaba el Convento de Santa Clara y era ocupado por la congregación de las monjas clarisas. Estas lo vendieron en 1919 a una empresa inmobiliaria, de quien lo adquiere el Estado en 1923 en una operación que se consideró fraudulenta y que daría lugar a la llamada “Protesta de los Trece”.


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